Nahual
La escucho, pero te advierto,
no te atrevas a tocarla, tampoco a mirar su rostro:
un hombre vivo no puede sumergirse entre los muertos
y conocer sus secretos, adelantándose al tiempo
de su muerte y su destino. Sólo puedes escucharla,
presentirla en las tinieblas, respetando la distancia
entre la vida y la muerte que nos aparta del mundo.
Eurídice
Escucha al Nahual, Orfeo, y evita la tentación
de contemplar mi silueta, hecha de aire y de sombras,
en el reino de la muerte donde el camino es incierto.
Eurídice, Nahual
Escucha al Nahual (a me), Orfeo, y evita la tentación
no te atrevas a tocarme(la), ni tampoco a mirarme(la).
Orfeo
Después de cruzar tormentas para llegar hasta Eurídice,
¿será posible salvar la tormenta de la muerte
sin atreverme a tocarla, a mirarla?
Eurídice
No te apresures, Orfeo, que volveré a tu lado
cuando termine el eclipse en el reino de la muerte
si honras el privilegio que te regala el destino
para viajar a tu lado hacia el reino de la vida.
Orfeo
¡Es un sendero escabroso! ¡Las tinieblas oscurecen
lo que sólo puedo ver guiándome por su voz!
¡Háblame, Eurídice, para saber que me sigues.
Eurídice
Estoy tan cerca de ti que mis pasos se confunden
dibujándose en tus pasos mientras salimos del Hades.
Orfeo
Dame tu mano, Eurídice, o déjame ver tu rostro
para que no te confundas entre las sombras profundas.
Eurídice, Nahual
Escucha al Nahual (a me), Orfeo, y evita la tentación
no te atrevas a tocarme(la), ni tampoco a mirarme(la).