Orfeo
¡Cubrámonos con cenizas en este día maldito!
¡Que la tierra se detenga y las estrellas se apaguen!
¡Eurídice! ¡Eurídice! ¡Eurídice!
¡Que la luna opaque al sol para llorar en tinieblas!
¡Que la música se pierda en el silencio del viento!
¡Eurídice! ¡Eurídice! ¡Eurídice!
¡Que la tristeza oscurezca la noche del corazón!
¡Que la vida sea inclemente con el brutal Aristeo!
¡Eurídice! ¡Eurídice! ¡Eurídice!
¡Que la muerte haga de mí otro habitante del Hades!
¡Que sus abejas inquietas se petrifiquen volando!
¡Eurídice! ¡Eurídice! ¡Eurídice!
Orfeo, Nahual, Aristeo
¡Cubrámonos con cenizas en este día maldito!
¡Que la tierra se detenga y las estrellas se apaguen!
¡Eurídice! ¡Eurídice! ¡Eurídice!
¡Que la luna opaque al sol para llorar en tinieblas!
¡Que la música se pierda en el silencio del viento!
¡Eurídice! ¡Eurídice! ¡Eurídice!
Orfeo
Como la brisa que traza un sendero sobre el agua
tan ligero que dibuja un resplandor pasajero –
¡Eurídice! ¡Eurídice! ¡Eurídice!
– así quisiera besar el rostro tierno de Eurídice
extraviado para siempre entre las sombras del Hades.
¡Eurídice! ¡Eurídice! ¡Eurídice!
Aristeo
Como la hierba que abraza un árbol con suavidad
deslizándose en las ramas con su caricia más leve –
¡Eurídice! ¡Eurídice! ¡Eurídice!
– así quisiera abrazar el cuerpo frío de Eurídice
sometido por la muerte que provocó mi lujuria.
¡Eurídice! ¡Eurídice! ¡Eurídice!