Amor
Y, pues consentir no debo
ultrajes a mi deidad,
cuando tan libre blasonas
que mis flechas burlarás,
esta, cuya punta de oro
tocada al benigno imán
de mi hechizo,
es solo indicio
del poder de las demás,
puesta en la tirante cuerda,
mi impulso haciendo juntar
las puntas del arco,
el viento tan veloz penetrará
que áspid alado se deje
sentir sin verse volar.
Y, cuando gimas al duro
tirano golpe fatal,
no de mis iras te quejes
pues lo que pides, te dan.
Júpiter
¡Oye... escucha... aguarda... espera!
fementido desleal, traidor
mas, ¡ay de mí!,
¿Qué áspid cruel y tenaz
es este que muerde el pecho,
cuyo tósigo se va
poco a poco apoderando
del sentido racional?
Sin uso la voz, el pecho sin aliento,
a tanto afán ni puedo el dolor huir,
ni acierto un eco a formar.