Orfeo
¡Eurídice! ¡Eurídice! ¡Eurídice!
¿Estoy viviendo un sueño
en el que sueño mi muerte
después de perder a Eurídice
en las sombras de la muerte
cuando pude rescatarla
y suponer que el destino
se conmovía con nosotros
desvaneciendo el poder
de la muerte y su arrogancia
para celebrar de nuevo
la suave y lenta caricia
de tus ojos en mis ojos,
tus ojos que nunca más
verán mis ojos, Eurídice?
¿Por qué la muerte decide
atormentar a los hombres
burlándose de los sueños
que forjan con la esperanza
de honrar su vida y sus hechos
y tenemos que aceptar
su presencia indeseable
muriendo también nosotros
cuando se muere el amor
que alegraba nuestras vidas?
¡Muérete, Muerte!
¡Aléjate de los días
y de la vida sagrada
que manchas con tu presencia
como una maldición!