La Colina de las Cerezas

Y si de veras tu deseas una vida luminosa y m s fragrante
cancela con coraje esa suplica en tus ojos.
Pues tener sab¬duria es solamente la prudencia m s sedante
y casi siempre el sol en la colina espera.
M s porque tu no est s ya azul y luciente.
M s porque tu no vas muy cerca de m¬
volando en torno a las tradiciones
como un palomo en torno a un gran globo
y con un golpe en el pico bien ajustado
rumperlo y que ya… ya…ya…
Los dos subimos m s arriba
planeando sobre bosques de brazos tensos.
Una risa que no est,
ni una cara ni una edad.
Y respirando brisas que desbordan ya sus tierras
y los limites preciosos
nos alejamos y luego retornamos m s unidos.
Y m s en alto y m s all (si cerras los ojos un instante)
ahora hijos de la imensidad.
Si sigues tras mi mente, si sigues tras mi mente
abandonas facilmente los recelos m s antiquos.
M s no comprendes que solo el miedo cont gia y mata el sentimiento,
las almas no tienen sexo ni son mias.
T№ ya no temas, t№ no ser s presa del viento.
M s porque no me das ya tu mano, porque,
podemos correr sobre la colina
y entretenernos a ver la ma±ana (y el dia),
y golpeando un quijamo, residuo de infierno
verlo rotolar y ya… ya…ya…
Los dos subimos m s arriba
planeando sobre bosques de brazos tensos.
Una risa que no est,
ni una cara ni una edad.
Y respirando brisas que desbordan ya sus tierras
sin los limites preciosos
nos alejamos y luego retornamos m s unidos.
Y m s en alto y m s all,
ahora hijos de la imensidad.