Allá en mi pueblo la tarde es azul, transparente
Tiene un silencio largo, extendido y sin embargo
Se escucha todo en detalle, a veces pareciera
Tener sonoridades como de infinitos cristales
Cayéndose, rozándose, rompiéndose por todas partes
Como una llovizna o como una música
Allá a lo lejos se escucha un canto
Chamamecero junto al arroyo
Un musiquero medio inclinado en el acordeón
Se busca el alma en el instrumento
Bien estirado junto a su pecho
Y por el monte silbando un ave vuela hacia el sol
Con su tinaja de barro y luna
La noche viene por la espesura
Y como un cirio al lucero enciende
Su llama antigua en el arrebol
Tras la ventana de una casona
Hay una anciana rezando a solas
Su novenario mientras los niños
Le cantan rondas alrededor
Por las lagunas los teru teru
Y acaso un duende chamamecero
Le está encendiendo todos los brillos al pedregal
Una guitarra de pescadores
Busca la orilla en los albardones
Y un grillo chilla desafinado en el arenal