Mi sueño se ha extinguido ya y mis pupilas se dilatan en la oscuridad,
buscan hambrientas una distracción,
solo existe el tic-tac del reloj.
El insomnio me hace enloquecer
y doy vueltas de quién soy o quién quiero ser.
Me has dicho que ya no te hago gracia.
Ya me lo advertiste:
«conmigo tocarás el cielo
y por supuesto el infierno… también»
Mirándote a la cara he llegado a ver
al mismo tiempo… a la vez
tus ojos incendiados de placer
y tu lengua helada y muda.
Contigo he tocado el cielo
y por supuesto el infierno… también.
Cuando viva acomodada en la vejez
y cuente por centenas mis dolores
vendrás a visitar mi cuerpo en ruinas y rezarás.
Contigo tocaré el cielo
y si hace falta el infierno… también.