Querida,
Ya ves, aquí me tienes escribiéndote
esta torpe despedida para poner en claro algunos puntos antes de emprender la huida. Intentaré
encontrar esa palabra que resuma el
pánico a la vida… pero no sé qué
poner; se me ocurre cobardía o tal
vez melancolía… o solamente te quiero, probablemente te quiero.
Parece que es así ¡qué insensatez!
Mi vida, no sé cuántas razones me empujaron a tornar esta medida; son
todas tan comunes que cualquiera me resulta repetida.
No doy con esa frase para que la Historia me recoja en su guarida.
Pero, qué raro placer, el que invade
estos instantes de sentencias
importantes…
corno decirte te quiero,
probablemente te quiero.
Acuérdate de mí alguna vez.