Era el final de otro verano
Nos fuimos a andar, me dio la mano
Y quise dormir entre sus brazos
«Tu sitio está aquí», dijo despacio
No pierdes lo que das
Y amaneció
Cuarto doscientos noventa y dos
Sentí su aliento cuando se durmió
Junto a mi espalda
No dije ni adiós, me puse la falda
No pierdes lo que das